Qué es CAFTA?
CAFTA es un tratado internacional que promueve la liberalización del comercio entre los Estados Unidos, los cinco países centroamericanos como Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, y el estado caribeño de la Republica Dominicana. Fue ratificado por los EEUU en julio 2005 y entró en vigor en Guatemala un año después. La estructura del tratado reflejó la del anterior acuerdo de TLCAN, que creó una zona de libre comercio entre los EEUU, Canadá y Mexico y que ya tenía diez años en vigor en el tiempo en que CAFTA se negociaba.

El principal efecto del CAFTA era eliminar todos los aranceles sobre las exportaciones de los EEUU a los países firmantes – ya que la mayoría de los aranceles sobre las importaciones centroamericanas a los EEUU habían sido eliminados bajo la Iniciativa de la Cuenca del Caribe en 1984. CAFTA también contenía varias disposiciones para promover la inversión internacional entre los países firmantes, incluso la estipulación que inversionistas de otros países firmantes debían ser tratados “no menos favorablemente” que sus equivalentes nacionales, y un mecanismo de solución de litigios que permitía que empresas multinacionales protestaran contra las leyes nacionales que amenazaban sus inversiones.
CAFTA fue controversial desde el principio. Las negociaciones se llevaron a cabo en una linea de tiempo muy corto, empujados agresivamente por el gobierno de Bush bajo el sistema de "vía rapida" en el Senado y terminadas en un solo año, en lugar de los siete años en cuales se negoció el TLCAN. Como resultado, no hubo tiempo para la participación significativa de la sociedad civil en ninguno de los países firmantes, y ninguna evaluación rigurosa de impacto se llevó a cabo en Centroamérica. Sin embargo, la rapidez y sigilo de las negociaciones no impidieron la oposición acérrima de los movimientos campesinos y laborales en Guatemala, cuya franca evaluación de los efectos del TLCAN en Mexico les dió poca razón para esperar que CAFTA fuera otra cosa más que un regalo a las élites empresariales transnacionales a costa de los pobres.
Aunque el TLCAN fue, sin duda, un impulso al comercio y a la inversión regional, la mayoría de los trabajos que se crearon en México fueron el resultado de corporaciones estadounidenses aprovechándose de los salarios y condiciones laborales más bajas en México. Cualquier intento por parte de estos trabajadores explotados para presionar al gobierno Mexicano para obtener mayor protección laboral era severamente impedido, como cualquier regulación semejante arriesgó a infringir la protección del TLCAN para inversionistas. Además, la creación de empleo en las ciudades fue compensada por la pérdida de empleo en áreas rurales, como la afluencia repentina de productos agrícolas baratos de agronegocios subsidiados por los EEUU dejó a los pequeños agricultores mexicanos incapaces de competir. Muchos fueron dejados fuera del negocio y se vieron obligados a emigrar a las ciudades, donde su competencia por el trabajo de fábrica creado bajo el TLCAN frustró más el potencial de sindicalización.
Dada esta historia, los pobres rurales y urbanos de Guatemala tenía suficiente razón para temer las consecuencias de CAFTA, especialmente como la disparidad de riqueza entre los EEUU y Centroamérica que era aún mayor que la que había entre los EEUU y México. En el momento de las negociaciones de CAFTA, el PIB combinado de Centroamérica era solo 0.5% comparado con los EEUU. Además, la participación de varios países de bajos ingresos en CAFTA produjo un potencial aún mayor para una "carrera hacia el fondo" en términos de salarios y condiciones laborales como resultado de la competencia entre estos países por la inversión estadounidense
Desde que CAFTA entró en vigor, muchos de estos temores han resultado ser justificados. Importaciones agrícolas de agronegocios estadounidenses a Guatemala, El Salvador y Honduras aumentaron en un 78% entre 2006 y 2014, dejando a muchos pequeños agricultores fuera del negocio. Las promesas de que estos trabajos perdidos serían recompensados por la creación de empleo en maquilas de ropa resultaron ser vacías - de hecho, las importaciones de ropa procedentes de Guatemala a los EEUU cayeron en un 40% durante los primeros nueve años de CAFTA. El consecuente desempleo y estancamiento económico han sido culpados del aumento en los índices de delincuencia y la emigración ilegal de jóvenes guatemaltecos a los EEUU.
Los términos de CAFTA también comprometen los poderes del estado para limitar el control de empresas extranjeras sobre los recursos naturales de Guatemala. El sector minero internacional, por ejemplo, se beneficia mucho de la protección de CAFTA para inversionistas, las cuales permiten que corporaciones tomen acciones legales en caso de que la legislación nacional o la protesta popular impidan sus actividades extractivas. A pesar de esto, muchos grupos por todo el país continúan resistiendo la incursión de empresas extranjeras que amenazan sus tierras, agua o comunidades, y han ganado algunas victorias significativas. Lo más importante hasta ahora ha sido la derrota de la "Ley Monsanto", la cual habría efectivamente privatizado tipos modificados de semilla y criminalizado a agricultores que las usaran sin permiso - aun si el uso fuera accidental, por la contaminación. A pesar de que esta ley era un requisito de CAFTA, meses de protestas intensas por comunidades agrícolas de toda Guatemala obligó al gobierno a rescindirla - una victoria poco común contra la doctrina neoliberal. Victorias como estas ofrecen una esperanza de que un pueblo unido aún pueda resistir a las potencias e ideologías dominantes para luchar por una sociedad más democrática y humana.